En el aniversario del 15M:
El mismo mes que se cumplen 10 años del movimiento 15M las elecciones a la Comunidad de Madrid le han dado un varapalo al “Gobierno de Progreso”. La coalición entre el PSOE y Unidas Podemos fue castigada por un voto masivo al Partido Popular. La izquierda del régimen, PSOE, Izquierda Unida y Podemos perdieron hasta en el cinturón rojo de Madrid. El Gobierno de España en manos de esa izquierda no ha cumplido con ninguna de sus promesas electorales. Podemos, y su posterior alianza con Izquierda Unida para formas Unidas Podemos se ha hundido. El líder carismático de Podemos ha desertado librando a su suerte al partido que pretendía “asaltar los cielos”. Quienes se dijeron herederos del 15M renegaron de lo que se gritaba en las plazas hace 10 años: “PSOE, PP LA MISMA MIERDA ES”. Pero esto no fue casual. Se constituyeron como partido para desviar la acción directa de la juventud hacia el canal electoral. La crisis de Podemos es irreversible como el marasmo de Izquierda Unida y su mentor, el Partido Comunista. Ahora la heredera de Iglesias en el Gobierno, Yolanda Díaz prepara nuevas reformas antiobreras…
El triunfo del partido popular en las elecciones de Madrid del 04/05 fue un cimbronazo en la crisis política del régimen y dio de lleno en la coalición de gobierno. Aunque las encuestas daban por ganador al PP, los resultados superaron las previsiones. Estas elecciones eran un plebiscito para el “gobierno de progreso” que consciente de ello se metió a fondo en la campaña. También lo hizo Pablo Iglesias renunciando a su cargo de vicepresidente para postularse en Madrid y así tratar de salvar del desastre a PODEMOS. Ni el gobierno, ni el PSOE, ni Podemos se salvaron. La derrota fue fulminante para los dos partidos del gobierno PSOE y Podemos. Izquierda Unida, que forma parte de Unidas Podemos, ni apareció en la campaña. Eso sí el secretario general del Partido Comunista Español es secretario de estado de la Agenda 2030 en el gobierno de Pedro Sánchez.
Con una participación del 70,25% superando las elecciones anteriores, la contundente derrota del PSOE y Podemos reflejó el repudio no sólo de los empresarios de la hostelería y pequeños comercios, sino principalmente de la clase obrera y los sectores más sumergidos por la crisis y que fueron históricamente la base del voto a la izquierda institucional.
Para algunos, más que confiar en que el PP y la ultraderecha puedan solucionar la crisis, el voto fue el repudio de la política desastrosa del gobierno, tanto en materia sanitaria como económica. Para otros, frente a un gobierno que se dice de izquierda y que aplica los planes de la derecha, habiendo prometido lo contrario, era mejor votar el original y no la copia.
El gobierno y su “ala izquierda” concentraron el repudio de prácticamente todos los sectores sociales desde los empresarios y pequeños comercios que quieren la apertura total de la economía, como de la base electoral de la izquierda que se vio defraudada y traicionada una y otra vez. Sin trabajo o con trabajos precarios sin ayudas y más expuestas al caos sanitario recibiendo la represión ante cada protesta mientras la derecha campaba a sus anchas. Es un gobierno que no conforma a nadie.
El Gobierno dejó pasar la gestión desastrosa de la pandemia por parte de Ayuso. Por su parte la izquierda del régimen y las plataformas sociales en lugar de llamar a movilizarse para derribar a Ayuso depositaron su confianza en un gobierno que se lavó las manos frente al desastre.
Buena parte de la izquierda extraparlamentaria llamó a movilizarse para ganarle la calle a la derecha que se manifestaba impune pidiendo que se levantara el confinamiento al grito de libertad. Libertad para explotar a los trabajadores. Pero de lo que se trataba era de convocar a un frente de combate de los trabajadores para derribar a Isabel Díaz Ayuso y su gobierno en Madrid. Para ganar la calle era necesario tener un programa para derribar a Díaz Ayuso. Ante la incapacidad del gobierno y la inacción de la izquierda la presidenta de Madrid logró trasladar el peso de la responsabilidad de la situación de la sanidad y de la economía al gobierno de coalición, quien estuvo paralizado confiando en que la situación sanitaria la arruinaría electoralmente.
El eje de la campaña de los candidatos del gobierno fue “frenar a la derecha”, “frenar al fascismo”, “democracia o fascismo” o sea lo que no hicieron en un año y medio de gobierno central prometían hacerlo en Madrid. Mientras Para el PP la cuestión pasaba por “libertad o comunismo”. Está claro que el triunfo de la derecha se basa en el desastre del gobierno “más progresista de la historia” que no pudo levantar en plena campaña un solo logro, una sola de las promesas cumplida. Los partidos del gobierno perdieron incluso en el cordón rojo de Madrid que tradicionalmente votaba al PSOE y a Podemos. https://independenciaobrera.org/la-oposicion-entre-democracia-y-fascismo-es-una-cortina-de-humo/
El Gobierno alimenta la desilución
Los resultados de Madrid aparte de reflejar la situación del gobierno reflejan también la desilusión en la izquierda, una desilusión ganada a pulso por Unidas Podemos. Durante la ola de frío frente a los cortes de luz en Cañada Real el gobierno de progreso apoyó a las compañías eléctricas y no a los vecinos que pasaron días sin luz ni calefacción. Frente a la movilización de los vecinos, el gobierno apoyó el tarifazo de las eléctricas, el delgado del gobierno en Madrid mientras prohibía las concentraciones de los colectivos en lucha autorizaba la de los fascistas, mientras que en Vallecas un acto convocado por Vox era repudiando masivamente por los vecinos, Unidas Podemos y el resto de la izquierda parlamentaria llamaba a no caer en provocaciones y quedarse en casa. Pero frente a las elecciones proponía derrotar a la derecha con el voto.
Ayuso hizo lo que quiso en Madrid cuando el gobierno central tendría que haber intervenido ante la emergencia sanitaria contra la presidenta “trumpista”. Por el contrario el presidente Pedro Sánchez se reunió en la Comunidad de Madrid con Díaz Ayuso para “hacer las pases” tras las presiones de Sanidad. En los hechos equivalía a darle su apoyo a la presidenta de la Comunidad de Madrid en sus horas más bajas. UP se opuso a cualquier movilización contra la derecha sin apoyar siquiera a los que salían a la calle en defensa de sus puestos de trabajo contra los desahucios, contra los cortes de luz. Ese era el momento de movilizarse para derribar a Díaz Ayuso. https://independenciaobrera.org/por-la-salud-de-la-poblacion-fuera-isabel-diaz-ayuso/
Los resultados de las elecciones en Madrid son una foto de la situación del gobierno y de su izquierda. El Gobierno lo pretende relativizar, y afirma que esto no es igual en todo el territorio. La realidad es que el fuerte golpe recibido por el gobierno no se puede esconder de ninguna manera. Este ha quedado más debilitado y a las puertas de una crisis. Habrá que ver si la patronal y los grandes grupos capitalistas a quienes les urge ir a fondo con las reformas laborales y de pensiones y cumplir con las condiciones que impone la UE para las ayudas, deciden darle el empujón final para un adelanto electoral. Lo que es seguro es que mientras lo evalúan aumentarán su presión para acelerar las concesiones que quieren de este “gobierno de progreso”.
Los malos resultados para Podemos aceleraron una crisis terminal dentro de esa organización, Podemos era Pablo Iglesias y Pablo Iglesias era Podemos, su suicidio político ha dejado descabezado al partido. Con su abandono le ha hecho un último favor a la derecha a la que decía combatir. A los malos resultados, al incumplimiento de todas sus promesas electorales, se sumó su deserción, o sea apaguen la luz que nos vamos. Pablo Iglesias había advertido a sus bases que para llegar al gobierno habría que tragar sapos, se los tragó todos el mismo.
La política asamblearia domesticada, que en realidad fue un duro centralismo de ordeno y mando, consistió en seguir a un jefe que ahora abandona el barco sin que haya nadie con la capacidad ni el carisma como para hacer el relevo, deja a Podemos liquidado. Otro tanto sucede con Izquierda Unida que no podrá despegarse de la derrota y de la agudización de su crisis de años que se ha acelerado.
Su ausencia en la campaña de Madrid y la lamentable actuación de sus ministros “comunistas” la ponen en la misma situación. La renuncia de P.I. retrata el objetivo, su función en la escena política y en el gobierno, fue un acto personal dejando en la estacada a sus seguidores, a los miembros de su partido y a sus votantes, fue una operación deliberada para provocar la desmoralización y dejar en manos de la derecha a los que lo seguían apoyando y a los trabajadores que decía representar.
¿Feminizar la política?
El profesor en Ciencias Políticas es consciente de ello, abandona el barco y lo deja al garete sin capitán y sin timón, renunció una vez más y esta vez dinamitó a Podemos. Con el pretexto de que hay que “feminizar” la política designó como sucesoras en el Gobierno a la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, a la ministra de Derechos Sociales Ione Belarra, y a su compañera Irene Montero ministra de Igualdad. Un endosamiento con la coletilla de que Yolanda Díaz será la próxima presidenta del gobierno en España… La utilización de la bandera feminista para delegar en Yolanda Díaz es una hoja de parra que pretende ocultar sin pudor que la ministra de Trabajo tiene en sus manos el tejido de los acuerdos que favorecen a los empresarios.
El rol de Podemos y de Izquierda Unida ha quedado claro una vez más. Se trata de hacer pasar los planes del gran capital, la banca y la UE. Una coincidencia de fondo con los objetivos de la derecha, por eso no derogaron ninguna ley antiobrera, por eso apoyaron el Pacto de Toledo, por eso no se los vio impulsando ninguna movilización, por eso formaron un frente con las patronales, el PSOE y las direcciones de CCOO y UGT, contra los trabajadores. Podemos fue una formación contrarrevolucionaria que secuestró la ilusión de la juventud del 15M y arrastró millones de votos para su política de entrega al capital.
Al PSOE también le toca su parte mientras se aviva una crisis que había quedado latente. Ya se piden responsabilidades, dimisiones y se afilan los sables para los enfrentamientos, un ejemplo son las elecciones internas que convoca la dirección pasando por alto a Susana Díaz para imponer el candidato de Pedro Sanchez en la comunidad de Andalucía.
Frente a la debacle electoral distintas voces de la pequeña burguesía, como algunos militantes de UP, echan la culpa a los trabajadores a los que supuestamente representaba Podemos, mientras el PSOE los retrata como idiotas útiles que votan a la derecha que los explota y reprime cuando en realidad esos “idiotas” se pasaron años votando al PSOE y a UP que llevaron adelante la misma política que la derecha.
Esta transferencia de la culpa quiere ocultar la traición de UP a sus propias promesas y a las luchas de los oprimidos que se oponían y se oponen a los planes del gobierno. Deja mal parados a escribas e intelectuales como Monedero que no pueden explicar que los “estúpidos” que no los votaron el 4 de mayo son los mismos que los votaron a ellos en elecciones anteriores. La idea de los cambios graduales, del “mal menor”, de “esto es lo que hay”, de “mejor esto que la derecha”, de “torcerle el brazo al PSOE”, de “con los votos los derrotaremos”, de confiar en los ministros “comunistas”, ha fracasado estrepitosamente.
La izquierda marxista y Podemos
Lo que ha pasado en Madrid ya había pasado anteriormente, sin olvidar a Syriza en Grecia, en Andalucía. Durante casi 40 años gobernó allí el PSOE, la comunidad con más pobreza, con más paro y con más atraso del estado. En las últimas elecciones el PP se alió con ciudadanos y Vox para constituir el “trifachito”. La izquierda acusó a la clase obrera de falta de conciencia, aunque hilando más fino en realidad la clase obrera tomó conciencia de que el PSOE es lo mismo que la derecha. Como se decía en el 15M : “PSOE, y PP la misma mierda es”. Nadie debería sorprenderse.
Ahora con Madrid se repite la experiencia de Andalucía y no sólo, también quedaron por el camino los “gobiernos del Cambio” en los ayuntamientos que cayeron sin pena ni gloria. Para Podemos y sus voceros como Monedero, y para corrientes que se dicen marxistas y trotskistas como Izquierda Revolucionaria y los Anticapitalistas, que llamaron a votar por Pablo Iglesias, la derrota fulminante del PSOE-Podemos es una derrota para la clase obrera. O sea que PSOE y UP representarían los intereses de la clase obrera y el fracaso se explicaría por un retroceso en las luchas obreras que se verificaría con esta derrota electoral y continuaría con un reflujo de las luchas. Mientras tanto los trabajadores combaten en un reguero de conflictos por toda España desde Airbus en Cádiz hasta el sector del aluminio en Galicia.
Para estas corrientes marxistas el cretinismo electoral es lo que marcaría el pulso de la lucha de clases. Ven la foto y la acomodan para justificar su colaboración en la construcción de la izquierda del régimen que justamente tuvo y tiene como función principal frenar, dividir y derrotar las luchas obreras para llevar adelante los planes del capital, bloqueando cualquier intento de acción y de construcción independiente revolucionaria de la clase obrera llamándola a confiar en sus parlamentarios y a votar por ellos en lugar de luchar con la acción directa.
La aparición de Podemos como heredero y representante del 15M no se podría haber logrado sin la colaboración de un amplio sector de la izquierda marxista y trotskista que rápidamente se pusieron manos a la obra para construir la nueva formación que desde sus orígenes repudió al socialismo, a la república, a la lucha de clases, y a la organización independiente de los trabajadores reivindicando una organización “transversal”.
Los Anticapitalistas fueron parte central de la construcción de Podemos y aportaron la militancia que Podemos no tenía aceptando todas las condiciones que le imponía Pablo Iglesias, incluida la disolución como partido como les exigió el “compañero”. Un seguidismo sin principios hasta que Podemos se alió con el PSOE. Luego pasaron a un apoyo crítico y en las elecciones de Madrid llamaron a votar a la “izquierda” de Gabilondo y Podemos. El caso de Izquierda Revolucionaria (El Militante) es la negación permanente a la construcción del partido revolucionario. Pasaron del apoyo y entrismo en el PSOE, a Izquierda Unida y finalmente a Podemos dando recomendaciones a esos partidos sobre cómo tenían que convertirse en partidos revolucionarios, en vez de decir que nunca lo podrían ser. El resultado está a la vista, el efecto fue lo contrario.
Tuvieron y tienen un rol activo y militante para rodear de análisis “marxistas” su apoyo a la izquierda del régimen en vez de denunciarla y desenmascararla como haría un verdadero marxista. El argumento de que esos partidos girarían a la izquierda como pretendía IR quedó en ridículo como estaba claro, porque en realidad giraron a la derecha. Izquierda Revolucionaria ya ha pasado por varias experiencias de este tipo y está claro que tampoco girará a la izquierda. Otras corrientes “marxistas”, pasaron por el mismo recorrido deslumbradas por la aparición de Podemos en cuya construcción participaron ya sea disolviéndose (para desaparecer luego) o desde afuera.
Las y los compañeros que integraron y apoyaron a Podemos y Unidas Podemos tendrán que hacer un balance de su experiencia pero para ello deberán superar la receta podrida de la dirigencia de esta izquierda y de sus escribas e intelectuales que hacen responsables a los trabajadores de sus traiciones.
Avance antiobrero del Gobierno
El gobierno prepara avanzar sobre la clase obrera con las reformas que exigen la patronal y la UE. Eso recibirá su respuesta de las y los trabajadores, de las y los pensionistas, de los estudiantes. El levantamiento del estado de alarma, cuando aún no se ha cumplido el enésimo plan de vacunación y las cepas más agresivas del virus ya están en Europa y España, abrirá una nueva ola de contagios, muertes, despidos, desempleo, desahucios y represión. La ministra “comunista” Yolanda Díaz junto con la “neoliberal” Nadia Calviño preparan la nueva reforma laboral acorde a las exigencias de la UE, como condición previa a los fondos europeos prometidos.
El PP de Madrid ni tiene base para lograr una estabilidad ni para dar satisfacción a la clase media ni a los empresarios, la crisis del capitalismo ha hecho caer a los gobiernos de Estados Unidos, a punto está de hacerlo en Chile y en Colombia, Brasil es un volcán a punto de estallar, en Asia pasa otro tanto en Myanmar.
La clase obrera lejos del negro panorama que pintan estos “marxistas” no ha sido derrotada. Las y los trabajadores antes y durante la pandemia y a pesar de las direcciones traidoras de CCOO y UGT y de los partidos de la izquierda del régimen, salen a la lucha sobrepasando a sus direcciones. La lucha de Airbus, de Tubacex, la huelga del sector público de Andalucía, de los astilleros en Cadiz son un ejemplo. Es imprescindible abrir un debate sobre la experiencia de la izquierda en el gobierno para construir una nueva dirección independiente de clase y revolucionaria, un partido revolucionario.